LA
FRATERNIDAD
FUNDAMENTO
Y CAMINO PARA LA PAZ
PAPA FRANCISCO
La
fraternidad tiene necesidad de ser descubierta, amada, experimentada, anunciada
y testimoniada. Pero sólo el amor dado por Dios nos permite acoger y vivir
plenamente la fraternidad.
Los
cristianos creemos que en la Iglesia somos miembros los unos de los otros, que
todos nos necesitamos unos a otros, porque a cada uno de nosotros se nos ha
dado una gracia según la medida del don de Cristo, para la utilidad común (cf.
Ef 4,7.25; 1 Co 12,7). Cristo ha venido al mundo para traernos la gracia
divina, es decir, la posibilidad de participar en su vida. Esto lleva consigo
tejer un entramado de relaciones fraternas, basadas en la reciprocidad, en el perdón,
en el don total de sí, según la amplitud y la profundidad del amor de Dios,
ofrecido a la humanidad por Aquel que, crucificado y resucitado, atrae a todos
a sí: «Les doy un mandamiento nuevo: que se amen unos a otros; como yo les he
amado, ámense también entre ustedes. La señal por la que conocerán todos que
son discípulos míos será que se aman unos a otros» (Jn 13,34-35). Ésta es la
buena noticia que reclama de cada uno de nosotros un paso adelante, un
ejercicio perenne de empatía, de escucha del sufrimiento y de la esperanza del
otro, también del más alejado de mí, poniéndonos en marcha por el camino
exigente de aquel amor que se entrega y se gasta gratuitamente por el bien de
cada hermano y hermana.
MENSAJE
DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA CELEBRACIÓN DE LA XLVII JORNADA MUNDIAL DE LA
PAZ, 1 DE ENERO DE 2014, No. 10