Cuando crees que se sufre, es que, en realidad, GOZAS
En relación a la salud de las personas se dice que en el organismo, un mismo elemento, puede ser bueno y malo. El que es malo, resulta necesario, bueno; y, el malo, sigue siendo malo. Tal es el caso del colesterol: bueno y malo.
De igual manera ocurre con ese estado emocional que todos llaman: AFLICCIÓN.
Si te encuentras con una persona que asombra por su dinamismo, ajetreo o hiperactividad, tu mente se refugia en el juicio y concluye, casi en automático, que ese individuo lleva una vida muy digna de compasión porque se le ve muy afligido.
Con los puños remangados, si es hombre; o, con el pelo recogido en una coleta, si es mujer. Dispuesto a la actividad o "activismo": barniza muebles, desmonta, lija, tiñe. Vende su servicio a todo ser viviente, sin discriminación. Su propia casa está repleta de toda clase de objetos, también de épocas reunidas en fotografías grises o iluminadas según el tiempo.
Colecciona curiosidades en miles de aventuras y pasatiempos; hablando y oyendo, amando y aprendiendo. Lo hace con tal devoción que su semblante deja entrever un rostro de aflicción. Pero, en realidad, está gozando.
Al atardecer de la vida, " aflicción " asoma al porche de cada rostro y, al dejarse ver por los curiosos que atinan a pasar cerca de "ella", de nuevo se le enjuicia injustamente porque, los paseantes, no saben que "aflicción" anima a seguir gozando hasta el punto en que la sombra de la última hora en los rostros afligidos, envuelva por completo con su invitación al sueño.
Y, lo viste y lo vi. Aflicción frente al mar para que concluyas una vez más: ante el rugir furioso del oleaje en mil burbujas, cuando crees que se sufre, es que, en realidad, GOZAS.
Pregunte y se le contará. cahertal@yahoo.com.mx
Hasta la próxima.
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